¿Cual es nuestro objetivo como educadores y en que contexto nos encontramos?
El objetivo principal de la educación es la formación de los estudiantes como persona funcionales en la sociedad actual, con un criterio propio y bien formado, capaces de tomar decisiones, ser responsables de sus actos y asumir las consecuencias de estos.
En definitiva, que sean capaces de convivir en una sociedad multicultural que no deja de cambiar, donde la generación de información es tan rápida que cuesta mantenerse actualizados y la toma de decisiones debe ser instantánea, la cual a su vez es especialmente compleja debido a la cantidad de variables a tener en cuenta.
La nuestra, no es una sociedad pausada donde es posible tomar tiempo para reflexionar y eso hace necesario que los educadores sepamos transmitir una serie de habilidades a los estudiantes para poder afrontar el día a día en un mundo globalizado y vertiginoso, donde la competencia no hace sino generar una presión añadida a una etapa del desarrollo ya compleja por si misma.
Porque debemos recordar que estamos formando a personas que se encuentran una etapa crucial del desarrollo, pues están sometidos a multitud de cambios físicos y cognitivos. Y es en este breve pero intenso periodo, cuando debemos armarlos de los conocimientos y destrezas necesarios para afrontar la etapa adulta.
Aprender a aprender
Los cuatro pilares de la cabecera de este artículo de opinión, bien podrían resumirse en esta nueva tendencia educativa: aprender a aprender. Pero ¿en que consiste esta nueva tendencia? La respuesta es simple, en dotar a los alumnos de las capacidades, destrezas, conocimientos y habilidades suficientes para que sean capaces de aprender por si mismos.
El ritmo al que se generan los conocimientos en la sociedad actual, no permite que los alumnos terminen su etapa formativa obligatoria con la certeza de que aquello aprendido hasta el momento tendrá validez al día siguiente. Aunque hablemos de conocimientos en un contexto académico, podemos trasladar esta tendencia a cualquier ámbito del mismo, un buen ejemplo sería el emocional, ya que, cada vez se hace más complejo gestionar las emociones al encontrarnos frente a una oleada constante de estímulos (los casos de depresión son cada vez más comunes).
Es por este motivo, que debemos inculcar una serie de valores como: el espíritu crítico, que permita poder cuestionar los diversos puntos de vista sobre cualquier tipo de conocimiento, aunque éste se de por asentado; la auto-formación constante, que promueva en las nuevas generaciones a evitar la auto-complacencia de aquello que no supone un reto, potenciar la curiosidad y fomentar el interés por lo desconocido; la tolerancia y la empatía, se hacen fundamentales en una sociedad globalizada donde las ideas, costumbres y contextos culturales pueden generar un choque brusco con la realidad del estudiante, que debe enfrentarlas desde una óptica sensible, analítica y libre de prejuicios; y la flexibilidad, tener una mente abierta a los cambios ayuda a la hora de recibir información que no es de nuestro agrado o que rompe con los esquemas mentales, en muchos casos rígidos, que hemos adquirido con el tiempo.
El ritmo al que se generan los conocimientos en la sociedad actual, no permite que los alumnos terminen su etapa formativa obligatoria con la certeza de que aquello aprendido hasta el momento tendrá validez al día siguiente. Aunque hablemos de conocimientos en un contexto académico, podemos trasladar esta tendencia a cualquier ámbito del mismo, un buen ejemplo sería el emocional, ya que, cada vez se hace más complejo gestionar las emociones al encontrarnos frente a una oleada constante de estímulos (los casos de depresión son cada vez más comunes).
Es por este motivo, que debemos inculcar una serie de valores como: el espíritu crítico, que permita poder cuestionar los diversos puntos de vista sobre cualquier tipo de conocimiento, aunque éste se de por asentado; la auto-formación constante, que promueva en las nuevas generaciones a evitar la auto-complacencia de aquello que no supone un reto, potenciar la curiosidad y fomentar el interés por lo desconocido; la tolerancia y la empatía, se hacen fundamentales en una sociedad globalizada donde las ideas, costumbres y contextos culturales pueden generar un choque brusco con la realidad del estudiante, que debe enfrentarlas desde una óptica sensible, analítica y libre de prejuicios; y la flexibilidad, tener una mente abierta a los cambios ayuda a la hora de recibir información que no es de nuestro agrado o que rompe con los esquemas mentales, en muchos casos rígidos, que hemos adquirido con el tiempo.
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